GROOPIE, LA PERRA INTERESTELAR.
Desde que mis hijos eran pequeños quise tener un perro que los acompañe en su crecimiento, en ese intento tuvimos varios que no duraban mucho tiempo por las características de mi casa y nuestra idiosincrasia de vida que terminaban enfermos, perdidos, robados y que no sé cuántos otros motivos más, que nos impedían tener una compañía canina.
Ya hacían años que habíamos decidido cerrarnos a la oportunidad de acoger algún perro, pues los requisitos para que pueda sobrevivir a nosotros eran muchos.
Pero un día llegó ella de incógnita a un concierto. Casa de Anel había permanecido cerrada varias semanas para construir un escenario nuevo que albergaría el lanzamiento del 1er disco de Karma y de ahí en adelante a todas las grandes bandas del país. Fue un trabajo comunitario y ecológico, pues recolectamos como 10.000 botellas para relleno, toda la ciudad colaboró.
Habían comidas típicas que ella pedía a todos, era una pesadaaa… recuerdo de me preguntaban: “ella es tu perra?”.
- Nooo, que pelada!! Fuera de acá. – le decía.
Pasaron los días y ella venía todas las noches a dormir cerca del tatakua. La comunidad de Casa de Anel deliberó en asamblea que no podía quedarse, los gatos que vivían con nosotros la pasarían mal. La conclusión de esa magna reunión fue que NADIE debía darle comida, así se iría sola.
A la semana entró en celo, la cantidad de JAGUA SALIDA que entraba era insoportable, el Doc se divertía espantándolos con ondita hasta que un día le prendió un proyectil al perro de “Félix Rapai”, el Increible Hulk de Ypacarai y tuvo que suspender su infantil diversión.
Como era posible que estando embarazada, sin que nadie le de comida, siga viniendo todo el día? Nos acusábamos unos a otros de estar alimentándola a escondidas:
- Vos le estas dando? – me dijo Giovani.
Yo no, y si no sos vos ni yo, quien?
La respuesta era que iba todos los días al Hospital de la esquina donde por las mañanas las enfermeras le daban comida y por las tardes los doctores.
La Bruja Ligia, que vivía en la casa, dictaminó que no la íbamos a adoptar, porque fue ella quien escogió la casa para vivir y que para que quede conjurada con el lugar necesitaba un nombre.
Chulo y Leslie le empezaron a decir Drupi, como un personaje de dibujos animados que lo sacan de todos lados y siempre reaparece.
Yo escuché mal y dije, Groopie!! Que buen nombre!! Porque viene a todos los conciertos y le encantan la música y estar con artistas.
Quedó esa disputa, que en LO DE LESLIE Y CHULO era Drupi y en Casa de Anel era Groopie, hasta que la pizzería cerró, yo tuve la exclusividad de llamarle como a mí se me antojaba y un día la bruja Ligia dictaminó, en medio de un Tunako Pool Party, en portugués:
- Qué Drupi nem que nada!!… ela é a Groopie!! Ela adora estar na balada, rodeada de rockeros!!.
Mientras los grandes nos debatíamos por nombres, conjuros y la seguridad de los felinos, ella se robaba el corazón de todos.
No contenta con los 8 cachorritos que parío, adoptó uno más que llamamos Ratita, hizo de partera de la gata Juanita, le hacía masajes a los demás animales… pero su gran amor, su compañero inseparable y con quien tuvo la amistad más hermosa que pudo haber existido desde que el mundo es mundo fue con Alejandro. La cara de ambos cada vez que se veían era la personificación de la felicidad.
En una oportunidad, Ale no pudo venir a casa como un mes, y por fin ya lo traía de la mano y una vez que cruzamos la ruta para caminar sobre el empedrado salió disparado gritando GROOPIEEEE!! Ella lo escuchó a unos 300m y comienza a correr, los 2 iban a una velocidad espantosa para reencontrarse, pero en mi mente eso ocurría en cámara lenta y con música de amor de fondo. Era en mis ojos una escena épica de Hollywood donde en el momento del abrazo podía explotar el mundo, pero ellos 2 sobrevivirían.
Era común que ella reciba a los huéspedes de la casa, pero sabía muy bien distinguir cuando alguien venía con malas intenciones.
Sin embargo, cuando el huésped era de buen corazón, como casi todos, los acompañaba a recorrer la ciudad y para el día de su partida, ya se había ganado un amigo más. Debo confesar que una vez, estaba decidida a marcharse con uno de ellos, alguien que estaba recorriendo todas las ciudades del país caminando acompañado de un apuesto perro llamado Valiente. Estaban llegando a Cerrito y me llama para decirme: “te espero acá porque te cuento que Groopie y mi perro están enamorados y se va a ir con nosotros”.
También fue asistente de producción de decenas de videoclips, documentales y hasta películas; modelo fotográfica de innumerables posteos de redes sociales; ejerció la crítica musical por años, si empezaba a ladrar al terminar una canción, era una desaprobación pero si llegaba a aullar, olvídate, estaba diciendo que eso era un temazo.
Sin embargo, en sus últimos años se dedicaba a posicionarse dentro del escenario a los pies del vocalista, para transmitirle paz y seguridad.
Una vez, uno de estos chamanes inmortales que suelen parar en Ypacarai para dejar unas gotas de su inmensa sabiduría, me regaló conversaciones en la galería de casa donde hablamos de política, ciencia, arte y filosofía; pero antes de retirarse entre la niebla de esa fría noche me dijo:
- Tu perra no es de acá, es un alma vieja que vivió en otros planetas y está de paso en la Tierra, si eligió este lugar es porque tiene algo; lo sentí desde el primer momento que pisé tu casa.
Varios años atrás, conocí en Resistencia, Argentina la historia del perro Fernando y siempre pensé: como habrá sido genial conocerle. Creo que lo deseé tanto, que un ser interestelar lo oyó y vino a Ypacarai en forma de Groopie.