EL TESORO DEL MARISCAL - Segunda parte
EL HALLAZGO
El 13 de julio del año 1869, el andrógino del infierno o genocida de América, al frente de 7 mil hombres del ejército imperial del Brasil se apersonó a un paraje que por entonces se denominaba Guazú Virá, y que antiguamente formaba parte del valle de Pirayú.
Se trataba nada más y nada menos de Louis Philippe Marie Ferdinand Gastón d'Orléans, el tristemente célebre “Conde D’Eu”.
Montado en su caballo, con aires de desprecio hacia todo lo que veía, paseó su corcel bajo los precarios andenes de la estación, mientras era observado por sus miles de hombres.
Los kambá, afroamericanos esclavos alistados por la fuerza para la guerra, algunos incluso encadenados, no podían comprender el motivo de tanto despliegue; no había enemigos contra quienes luchar, ni barricadas, ni trincheras, nada…
Lo único que prevalecía en aquel paisaje era la abundancia de tacuaras (Guadua Chacoensis), a los que D’eu se refirió en portugués como “Taquaruçu” en español “Tacuaral”, bautizando con ese nombre el suelo al que hasta su propio caballo pisaba con furia.
Desde ese preciso instante, por disposición del invasor, aquella estación fue denominada Tacuaral, nombre bastardo que conservaría hasta el 2 de abril de 1892, cuando de conformidad con la Ley del 13 de septiembre de 1887, el presidente Juan G. González firma el decreto por el cual oficialmente se denomina Ypacaraí al poblado constituido al este de las vías del ferrocarril.
El ser humano acostumbra a venerar todo lo relacionado con el sufrimiento, adora la cruz del calvario de su mesías salvador, por eso no debe llamar la atención que los ypacaraienses sienten tanto orgullo de “Tacuaral”, nombre pergeñado por una bestia humanoide, verdugo de miles de paraguayos.
Parte de aquel inmenso tacuaral perdura en la actualidad en el predio del Centro Social de Ypacaraí.
ANTECEDENTES.
En diciembre de 1868, luego de su derrota en Itá Ybaté, el mariscal López, con un puñado de hombres que habían sobrevivido lograron escapar por Potrero Mármol y llegar hasta el Campamento Cerro León.
Allí pudo reorganizar el ejército. Luego marchó con sus tropas a apostarse a poca distancia del campamento, en la cordillera de Azcurra, donde permanecerá algunos meses.
Poco antes, el 1 de enero, ya había sido ocupada Asunción. (Fuente ABCColor “Campamento Cerro León, memoria y música” – edición 28/09/2014.)
Entonces, si López se encontraba en otro sitio, ¿cuál fue el motivo de la macabra presencia del alto mando brasilero en ese desolado lugar?, que buscaba?, que objeto era tan importante o preciado para que el integrante de la familia real del emperador Pedro II y máxima figura del ejército invasor se constituyera en el territorio de lo que hoy es Ypacaraí?
Como se menciona en la historia, el Conde D’Eu fue obligado a abandonar los lujos y los placeres de la corte real al ser nombrado por su suegro el 20 de febrero de 1869 como comandante, en reemplazo de Luís Alves de Lima e Silva, “Duque de Caxias”.
D´Eu se propuso sacarle provecho a la misión que consistía no solamente perseguir y matar a Francisco Solano, sino hacerse con un trofeo de guerra, una valiosa posesión que el imaginario colectivo paraguayo había convertido en leyenda, aquel artilugio cuya mención recorría de boca en boca simbolizaba la última esperanza de lo que quedaba de nuestras fuerzas, nadie lo había visto pero en eso consiste la fe: en la certeza de lo que se desconoce. ¿De qué se trataba aquello?, su valor económico y su importancia estratégica era incluso superior al emblemático “Cañón Cristiano” o al Libro de Oro de las Residentas?
Que buscaba el Conde D’eu en “Taquaruçu”?, ¿Cuál es su relación con el revuelo creado en Ypacaraí a través del insistente rumor de que un tesoro fue desenterrado durante las obras de rediseño y refacción de las rutas que pasan por el corazón de la ciudad?
Para contestar esa interrogante debemos señalar que el 24 de febrero de 1867 es considerada histórica, pues se realiza la primera asamblea femenina de Sudamérica, su objetivo era votar por la creación de una serie de comisiones regionales encargadas de recolectar las donaciones de joyas y alhajas de mujeres de todo Paraguay, destinadas a "aumentar los elementos bélicos de la heroica defensa de la patria", según actas de la época.
“Durante cinco meses, ciudad por ciudad, más de 5.000 mujeres donaron lo más preciado que tenían: aros y peinetas de oro, collares de coral, anillos y prendedores de diamantes, relojes de bolsillo, vajilla con incrustaciones en piedra, espuelas de plata”.
“Aparte de la fortuna en oro y piedras preciosas, Francisco Solano también recibió impreso en una reliquia, la identidad de las mujeres que protagonizaron aquel acto de verdadero sentido de pertenencia, todas ellas quedaron inmortalizadas como "las hijas de la patria" en el llamado "Libro de oro", un volumen que detalla el nombre, a veces el apellido y siempre el lugar de residencia de cada donante”. (Fuente: Entrevista de BBC Mundo a Vicente Arrúa Ávalos, director del Archivo Nacional de Asunción – 22/12/2017)
El Libro de oro se trata de un ejemplar de 10 kilos, con 96 páginas y una cobertura con grabados en oro, que fue entregado el 8 de septiembre de 1867 junto con todas las joyas para Solano López.
Si tan solo el libro en donde constaba la identidad de las mujeres pesaba 10 kilos en oro, cuanto era el peso de todo lo recaudado?.
Sin dudas un tesoro de mucho valor, y si a eso le agregamos toda la reserva de oro de un país que antes de la guerra era rico, las posesiones de los altos mandos, de los oficiales y de todo aquel que puso sus valores a resguardo, acumulamos una montaña del metal precioso que ante la inminencia de la toma de la capital por las fuerzas aliadas, fue cargada en varios vagones del ferrocarril con destino a Cerro León, lugar a donde nunca llegó, pues se perdieron las pistas a la altura de la estación Patiño.
Desde 1869 hasta hace unas semanas no existía informes o indicios probables que certifiquen que la caravana cargada con oro haya llegado a destino, lo último conocido con respecto del paradero del convoy es que en sigilo, Higinio Escobar enterró en algún lugar de Ypacaraí el tesoro contenido en cuatro carretas restantes (originalmente eran cinco, pero una fue enterrada en las cercanías del arroyo Tarumá luego de que la carreta partiera sus ejes), posteriormente elaboró un mapa y se lo entregó al Mariscal.
Francisco Solano López llevaba ese croquis bajo la chaqueta hasta que en Cerro Corá fue atravesado por la lanza del soldado brasileño Chico Diabo, y empapado con la sangre de su portador aquel mapa se destruyó por completo.
A su regreso a la actual Ypacaraí, Higinio Escobar nunca se propuso desenterrar aquella gigantesca plata yvyguy, por lealtad a su comandante cuyo nombre fue proscripto; su dignidad de guerrero no le permitió tocar una sola moneda de aquello que perteneció a su patria devastada, pero antes de morir había elaborado otro mapa con los datos que tenía grabado en su memoria, conclusión: TODO ESE DESCOMUNAL TESORO AÚN ESTÁ EN YPACARAÍ!
Pero recientemente un rumor tomó por asalto toda la atención de los ypacaraienses, y se encendieron las alarmas, desde ese entonces en el pueblo no se habla de otra cosa.
¿El segundo mapa del tesoro apareció?
Según las coordenadas de este segundo mapa, una pequeña parte del contenido de una de las cuatro carretas fue enterrada a la orilla de un arroyo en cuya cercanía actualmente se encuentra el edificio de la Municipalidad de Ypacaraí.
Dicho cargamento de oro acuñado en monedas era más bien un elemento distractor, de manera a que quien lo desentierre crea que se trata de la totalidad del cargamento.
Incluso en el pasado, una de las vecinas del lugar había encontrado dos o tres monedas tipo libra esterlina precisamente en el cauce de ese arroyo, más o menos en la intersección de las calles Mariscal Estigarribia entre Yegros y Pedro J. Caballero.
Otras dos carretas vaciaron su contenido en las cercanías de la plaza, en donde la leyenda urbana habla de túneles secretos que conectaban a la estación con el edificio del antiguo banco y otros locales estratégicos.
Lo que corresponde a la 4ta carreta posiblemente fue esparcida en un radio de 300 metros, lugar que hoy correspondería a la zona de la iglesia, la antigua parada de buses, y parte del trayecto sobre la calle B° Caballero.
Pero el contenido de la 5ta carreta es la madre de todos los tesoros, con valor no solo monetario por su peso en oro puro, sino por simbolizar una reliquia patriótica de varias toneladas, de que se trataría?
EL DESENTIERRO
Lo que a continuación se relata fue extraído de una carta escrita y firmada a puño y letra por un ciudadano paraguayo, operador obrero de la obra de refacción y rediseño del tramo vial que cruza por el centro de la ciudad, y cuya identidad omitimos por razones de seguridad.
Desde que se iniciaron los trabajos de la travesía urbana de la ruta PY02, un misterioso extranjero alquiló uno de los departamentos cercanos y desde el balcón, atentamente observaba con binoculares todo lo que ocurría. Se pensaba que podía ser un emisario de los fiscalizadores del proyecto o tal vez propietario de los consorcios; lo que quedaba claro y se descartaba por completo es que se tratase de un turista.
Con el pasar de los días, el gringo comenzó a tener más cercanía con uno de los directores de la obra, con quien pasaba largo rato conversando en inglés.
Las sospechas de que en realidad se trataba de un cazador de tesoros se confirmó cuando con aparatos de alta tecnología, recorrieron el área del puente cercano a la Municipalidad, precisando el punto exacto de un posible hallazgo. La ubicación bajo el asfalto de un tesoro con alto valor ya había sido confirmada años antes pero su extracción en un sitio tan concurrido hacía imposible llevarse a cabo, faltaba la oportunidad precisa y el máximo sigilo para que su división sea entre la menor cantidad posible de involucrados.
El plan era perfecto:
- Dar de franco a los obreros del turno noche, el día en que se pronosticaban las temperaturas más bajas del año (para que ni los vecinos estén mirando) y extraer entre ellos dos; obviamente reducir a ese número la cantidad de intervinientes, minimiza el temor que conlleva este tipo de actividades: Que por codicia alguien llegue a planear deshacerse de su socio y quedarse íntegramente con el botín de la repartija.
Llegó el día D y el plan comenzaba a ejecutarse. Bajo la excusa de un atraso en el pago de certificados de obra, los personales fueron informados de que las jornadas nocturnas iban a ser suspendidas. Pero la concreción del plan fue amenazada luego de que algunos obreros divulgaran la versión de que el intendente había visitado el lugar y comentara a sus colaboradores acerca de los rumores de que en el sitio sería extraído plata yvyguy.
El director palideció, y fue inmediatamente al departamento del gringo.
Juntos fueron a visitar el despacho de la intendencia de manera urgente, pero como el jefe comunal no se encontraba en su oficina, lo llamaron por teléfono y concretaron un encuentro en un conocido bar frente a la estación de tren.
A la noche se encontraron los tres a comer un piracaldo en E60, y distendidamente comenzaron a hablar de la obra y el cronograma, el problema con algunos frentistas y las protestas de los vecinos por las molestias. Al cabo de una hora de conversación, la autoridad pide permiso para retirarse argumentando un compromiso familiar, sin que en ningún momento se mencione lo relacionado con el tesoro, evidenciándose claramente que el Lord Mayor nada sabía del tema.
En ese momento ambos tuvieron el mismo pensamiento: ¿Y si la versión de que el intendente visitó la zona de obras en realidad fue un caza bobos? una trampa de los obreros para hacerse con el tesoro?
Sin mediar palabras fueron a toda velocidad hasta el lugar exacto donde debían excavar y en el sitio se encontraron con que la perforacion fue realizada, el tractor retroexcavadora estaba con las llaves puestas, luces y motor encendido y abandonado.
Además de lo relatado, observaron a algunos vecinos tomando fotos con sus celulares a pesar de que la temperatura marcaba cero grados,y luego de ser alertados por el griterío de felicidad de dos personas que habían encontrado un cofre buscado por generaciones y generaciones: parte del Tesoro del Mariscal López.
El globo se pinchó, toda la ciudad despertó a través de audios de Whatsapp que circulaban por doquier saturando las redes, el plan definitivamente fracasó y aquellos que por meses habían planeado el momento exacto para llevar a cabo la extracción, estaban con las manos vacías.
Nunca pensaron que unos modestos obreros a quienes siempre subestimaron en su intelecto y a quienes pagaban el más bajo salario, serían capaces de arruinarles el plan que parecía infalible; pero según el mito de la Plata Yvyguy, existen fantasmas guardianes que exigen que quienes descubran el oro tengan el corazón noble, por tanto, siendo el gringo un tataranieto del sanguinario Conde D’Eu, los espectros operaron en este plano dándoles mágicamente a los humildes operarios el don de interpretar las largas conversaciones en inglés, para que sean estos quienes puedan sacarle provecho al tesoro, desenmascarando además al supuesto director de obras como un infiltrado ajeno al plantel de la empresa.
Aquel descendiente del genocida militar, al igual que su predecesor también se iría con las manos vacías.
La carta que relata este hecho menciona que el oro descubierto pudo salvar a la hija de Porfirio, uno de los obreros que se adelantaron a la jugada, pues de otra manera no habría podido cubrir el costoso tratamiento contra el cáncer, que solo era posible realizarse en el Hospital Sirio Libanés de Sao Paulo.
Quien a puño y letra escribió la confesión, añade que pudo salvar de la ejecución judicial la casa de sus padres, quienes tuvieron que hipotecarla para costear la internación por covid-19 de ambos y del que solo su madre logró sobrevivir, aunque cargando con el enorme peso de salvar del remate a su único bien.
La persona que escribió esta carta ya no existe, al menos legalmente, para sobrevivir el resto de lo que le queda de vida, debió cambiarse de nombre y apariencia; en la actualidad seguramente pasea por otras urbes su nueva identidad, la de un mboriahu memby que esquiva el jet set en Dubái, despreciando la invitación de codearse con jeques petroleros árabes para mantener un bajo y anónimo perfil, pero nadando en tanto dinero que una sola vida no le alcanzaría para gastarlo.
Sin embargo, durante las largas conversaciones que llegaron a descifrar, quedaron pendientes varios puntos sin resolver:
1 - Que la mayor parte del gran tesoro del Mariscal López aún sigue oculto, pues aquellos misteriosos hombres que fungían de jefe de obra y turista, planeaban invertir las ganancias del primer tesoro en la adquisición de las propiedades del ex combatiente de la Guerra Grande Higinio Escobar, en donde se cree está guardado el mapa que conduce al sitio de entierro del fenomenal y más grande TESORO DEL MARISCAL.
2 – Pero el descubrimiento más extraordinario es que los buscadores del oro hablaban de un tesoro histórico que constituye un símbolo patriótico similar a nuestro himno, escudo y bandera: El cañón Kuña Paraguay, de que se trata?
El 28 de diciembre de 1866, el técnico y dibujante inglés Michael Hunter propone construir un cañón de 100 libras en 5 toneladas de hierro bueno, pero al carecer de la totalidad de buen acero, sugiere hacerlo vaciando ocho o nueve toneladas, mezclándolo con el bronce de las campanas de las iglesias; de esta manera en “La Rosada”, fundición situada en Ybycuí habían forjado al “Cañón Cristiano”.
Secretamente el molde del “Cañón Cristiano” cuyo peso de 980 arrobas, equivale a 10.780 kilos, también fue utilizado para forjar a su gemela, pero en lugar de mezclar acero con bronce de campanas, se lo fundió con la totalidad del oro extraído de las joyas que 5000 mujeres paraguayas, las Residentas, habían donado a la patria.
La gemela del Cristiano fue bautizada con nombre de “Kuña Paraguay”, un cañón con alma de mujer.
El Cristiano, pesada pieza de artillería forjada con acero y bronce de las campanas cristianas fue capturada por el ejército del Brasil tras la caída de la fortaleza de Humaitá, actualmente se encuentra exhibido en el Museo histórico de Rio de Janeiro.
El cañón de oro Kuña Paraguay debía llegar a las serranías de Azcurra, si eso se hubiera concretado se emularía la victoria de Curupayty, pero labores de inteligencia paraguayo alertaron a Higinio Escobar de una exploración del frente de batalla del brasilero, quien efectivamente llegó a nuestro pueblo y evitando dar de frente con nuestro ejército, bordeó Azcurra, fue hasta Paraguarì, redujo a cenizas “La Rosada” y de ahí partió a las cordilleras, más específicamente a Piribebuy y luego a Acosta Ñu.
La invicta “Kuña Paraguay” nunca entró en batalla y sigue arrullada en el vientre de la tierra de Ypacaraí, o “Taquaruçu” como lo bautizara el Conde D’Eu. Su desesperada búsqueda constituyó el motivo real por el cual el máximo jefe del ejército invasor pisara alguna vez la Antigua Tacuaral.
El Conde no deseaba tener como enemigo a ese cañón con alma femenina, como estratega que era, tal vez tomó al pie de la letra aquel sabio consejo de Napoleón Bonaparte: “La única batalla que se gana huyendo, es la batalla contra las mujeres”.
“A pesar que teníamos la casi certera ubicación de esta pieza única, nunca pasó por nuestra mente desenterrarlo, nadie en su sano juicio puede cargar con semejante karma: ser perseguido por el espíritu de 5 mil valientes patriotas, mujeres que lo dieron todo por la heredad nacional; no existe refugio en el mundo en el cual ocultarse, las madres de la patria encontrarían tarde o temprano a quien profane aquel arma forjada con la energía personal impregnada en las reliquias que ellas donaron a la patria.”
De ser verdad lo mencionado en el escrito del obrero, Ypacaraí no solo sería la Capital Folklórica de la Patria y Capital del Universo como la bautizaran de antaño, sino que además encarnaría aquella mítica leyenda que habla de “EL DORADO”, la ciudad de oro al que los conquistadores españoles infructuosamente buscaron durante siglos.
CONTINUARÁ…
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