Leóncia Tirada
En el año 1969, el cauce del arroyo llamado primer puente o Jaguá resa'hú, que en su recorrido desemboca en un riacho y este a su vez en el Lago Ypacarai, recibió en sus entonces cristalinas aguas el cuerpo de una recién nacida que pocos minutos después de ver la luz del mundo fue condenada a morir ahogada.
Desde las calles Gral. Diáz y Benjamín Acevál , ingresando a un predio por donde fluye el arroyo arriba mencionado, la recién nacida fue transportada en brazos de quien la concibió en su vientre, por eso iba sonriendo mientras contemplaba el rostro de su progenitora, desconocía que era indeseada y su inconsciencia jamás le permitió imaginar que aquel paseo en realidad era un solitario cortejo fúnebre vergonzoso y despiadado en donde la difunta era ella, pues en breve seria la victima del mas ruin de todos los crímenes: Ser asesinada por su propia madre.
Siguiendo un largo sendero, la beba fue llevada a través de un bosquecillo hasta el barranco a orillas del cauce del Jaguá resa'ú desde donde se podía contemplar el remolino que evidenciaba lo profundo de las aguas remansadas.
Con este acto que no tiene perdón de Dios y que atenta contra la evolución, la mujer quiso lavar su honor, pues creía que aquella niña pronta a arrojar a las aguas era el fruto del pecado concebido en su relación con un sacerdote que en las postrimerías de la década del 60 ejercía la labor pastoral al frente de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Ypacaraí.
Para intentar mantener las apariencias y evitar escándalos que hagan sudar la gota gorda a su amante con sotana, la adolescente a quien el lujurioso Pastor de Dios convirtió en mujer y madre lanzo a su hija al gran arroyo.
La recién nacida lloro poco, las aguas la abrazaron arrullandola con tibieza, era como si la misma muerte se indignara ante este crimen atroz, las profundidades la recibieron, tras asfixiarse en la inmersión su carne no se corrompió y ni siquiera los peces pellizcaron la piel de aquella precoz víctima de la infamia.
Absurdamente la madre creía que la sangre de su sangre era la culpable por evidenciar públicamente la capitulación de una mujer ante las debilidades de la carne, tras haber sido seducida por los encantos del poder de un sacerdote libidinoso. Por eso quería deshacerse de ella, supuso erróneamente que si nadie sabía de sus actos seria indultada por el desconocimiento colectivo, y que la ausencia de testigos la exonerarían de la culpabilidad ante el implacable tribunal de la conciencia.
Sin duda alguna aquello constituye el peor recuerdo que la historia local registra, ni siquiera los animales desprovistos de razón asesinan a sus hijos, en un egoísmo sin límites la mujer le echó la culpa de sus actos a la criatura concebida en la violación del juramento del celibato y en la más miserable de las traiciones al CREADOR.
En este repudiable hecho cotidianamente común en nuestros días, el Sacerdote padre de la niña tenía doble culpabilidad, pues fornicó con la mujer y tras el filicidio guardo silencio consciente de que la ahogada era su hija, amparado no solo por la Jerarquía Eclesial sino también por la impunidad que el régimen de ese entonces ofrecía a sus acólitos.
Cuando el Sacerdote se enteró que la joven había quedado embarazada sin rubor aconsejo: “Abórtala…”, aquella inmisericorde salida planteada por el Pa'í era una sentencia de muerte, y aunque lo pronunciado no era sinónimo de otra terrible palabra, la misma sonó como si evocara a Lucas 23:21:“CRUCIFÍCALO!,CRUCIFÍCALO!”.
El Cura, aquel que debería dar sabios consejos, el que debía velar por el rebaño, el que con la representación de la Iglesia y de DIOS debía proteger y optar siempre por la vida, ser fiel al supremo hacedor, el que tendría que ser el ejemplo viviente del mandamiento "Ama a tu prójimo como a ti mismo", había no solo deshonrado su juramento y su devota fidelidad sino que con una frialdad asombrosa cerro las puertas de la iglesia y de su corazón y no movió un solo dedo para que aquella niña tuviera lo que por ley natural le correspondía: nacer y vivir luego de ser concebida.
Antecedentes...
A lo largo de su milenaria historia la Iglesia Católica, amparo y reparo de los humildes, de los perseguidos y sedientos de justicia, también se vio envuelta en grandes escándalos, abusos, violaciones, pedofilia e incluso en genocidios a pueblos de continentes enteros a donde llevo la palabra de DIOS junto con la espada, el saqueo y la colonización.
En su convivencia con el poder tanto en los reinados de las postrimerías de la edad antigua, de la edad media, en los gobiernos de la era moderna y en la contemporánea fue cómplice de atroces violaciones de los derechos humanos, y de manera institucional a través de la inquisición condeno al tormento de la tortura, a la muerte en la hoguera y otros terribles suplicios a cientos de miles de desgraciados en todo el mundo.
Buscando uno que otro poseído acabo con la vida de innumerables inocentes...
En el año 1252, cuando el Papa Inocencio IV publicó la bula Ad extirpanda , con la que establece oficialmente el uso de la tortura por parte de la Inquisición. En uno de sus manuales, encontramos esta norma: Mejor que mueran cien personas inocentes que un solo hereje quede en libertad.
Con estos mecanismos la Inquisición estaba perfectamente organizada, con plenos poderes divinos, eclesiásticos y políticos, y armada, además, de toda clase de medios e instrumentos para lograr su meta: La pureza de la fe y del dogma
Fuente:http://www.boriken.info/
La inquisición otorgaba indulgencia plenaria a quienes denunciaban pactos diabólicos, la Simonía o comercio de lo espiritual, dio origen a la famosa “caza de brujas”; en su afán de hacerse con un certificado que acredite su salvación, era común que alguien calumniara a otro o que simplemente recurriera al tribunal para librarse de algún enemigo o de su mujer, como lo hizo uno de los Reyes de Inglaterra, aquel que acuso a su esposa de brujería y mientras duraba el juicio inquisitorio en donde no había otra sentencia que el tormento y la horrible muerte, “el Rey por voluntad de Dios” se entretuvo organizando los preparativos de su boda con la mujer de quien recientemente se había enamorado.
Si Pedro fue el elegido de Jesús para ser su “Roca”, el cimiento de su Iglesia, su Vicario, y si los Papas son los sucesores de Pedro, porque la Iglesia que dirigieron y dirigen se vio y se ve corrompida con tanta maldad, con tanta negación de la celestial identidad del Hijo de DIOS?. La respuesta es sencilla: sucede que cuando un hombre llama la atención de DIOS, también llama la atención del Diablo que siempre está al acecho segundo a segundo y día tras día por los siglos de los siglos en la eternidad.
Mil holocaustos llamaron la atención de DIOS, quien en sueños visito a Salomón hijo de David a preguntarle que quería como retribución a tamaña ofrenda, lo convirtió en el hombre más rico y más sabio de toda la historia, sentenciando que NUNCA habrá en la tierra otro hombre ni más sabio ni más rico que él. Cuando el hombre se acerca a Dios el Diablo intenta pervertirlo y alejarlo del creador, y para ello recurre a los mas que eficientes Demonios llamados INCUBUS Y SUCUBUS, espíritus del infierno impúdicos y lascivos que cohabitan con la humanidad desde tiempos inmemoriales , incluso en el jardín del Edén según algunos, estando presentes en todas las culturas y civilizaciones.
Estos demonios Incubus adoptan forma de hombre para seducir a las mujeres teniendo predilección por las religiosas , mientras que los Sucubus toman cuerpo de exuberantes y encantadoras mujeres para seducir a los hombres, centrando su prioritaria atención sobre los hombres de DIOS o predilectamente artistas, como por ejemplo LILÍTO, quien según la Demonología los convence para posar como musa desnuda cuanto se talla una figura religiosa, así una vez terminada la escultura, en un sincretismo perfecto los devotos idolatran una estatua con molde e inspiración demoníaca creyéndola Santa.
Se dice que la primera Sucubu se llamó Lilith y fue la compañera sentimental de Adán, esta fama infernal también es asociada con la Reina de Saba, mujer de extraordinaria belleza que convenció a SALOMÓN, el hombre más sabio del mundo a traicionar a DIOS quien le otorgo lo que nadie más en este mundo tuvo, ni tendrá. La conclusión es que solo el Diablo, astuto y tramposo, pudo convencer y hacer claudicar de sus creencias a Salomón, el hombre más sabio que existió sobre la faz de la tierra, aunque claro está que una cosa es la sabiduría y otra muy distinta es la fe.
Algunas corrientes religiosas creen que en su relación con los humanos, los Incubus y los Sucubus procrearán al Anti-Cristo, otros estudiosos atribuyen poderes mágicos a los niños nacidos de esta relación, por ejemplo se cree que el gran Mago Merlín fue el hijo concebido entre un Incubus y una prostituta, o que Atila el HUNO el azote de los Dios, fue producto de la relación de un Incubus de las estepas y las brujas del oriente. Para darle más ferocidad a su fama y su viva leyenda, el propio Atíla decía que incluso “donde su caballo llamado Othar pisaba, la hierba no volvía a crecer”.
Para la Iglesia Católica, el caso más emblemático constituyó la relación entre una bella Sucubu que se llamaba MERIDIANA y de Gerberto de Aurillac, Arzobispo de Reims quien luego sería el Papa Silvestre II.
El vertiginoso ascenso en la jerarquía eclesial y en lo político, además de su fama de erudito en las matemáticas y en la astronomía, indujo a muchos a pensar que practicaba magia negra para lograr todos sus deseos.
“Gerberto estuvo a punto de abandonar su carrera sacerdotal tras un fracaso amoroso, fue ayudado a superar el trance por una hermosísima y acaudalada mujer llamada Meridiana, que se convirtió en su amante y protectora.”
“En realidad era un súcubo, pero lejos de burlarse del futuro Papa, se mantuvo fiel en el lecho y en el uso de las artes mágicas, concediéndole noches de placer y apartando los obstáculos que pudieran estorbar su ascenso al trono de San Pedro”.
“El que no resultó fiel fue él, pues llegada la hora de la muerte, confesó públicamente sus pecados y se arrepintió, renegando así de una amante de la que no había obtenido otra cosa que favores y lo cual según las narraciones convirtió su tumba en uno de los sitios más aterradores de Roma.”
Fuente: http://misterios.co/.../incubus-y-sucubus-espiritus-del.../
Volviendo a la trágica historia Ypacaraiense, lo cierto y lo concreto es que la niña concebida en una relación con un sacerdote a murió ahogada luego de nacer, así pago por un crimen que no cometió, quisieron convertirla en una especie de "Cordero de Dios que quita los pecados del mundo", un chivo expiatorio destinado a vagar eternamente cargando con culpas ajenas en las profundidades del lago, en donde desemboca el cauce en el que fue arrojada.
Pero sortilegios de espíritus propios de los bosques, asociados a las Orixás Oshum y Oya impidieron aquel propósito, el extraño y reiterado chapoteo de un enorme cardumen de bogas, bagres y cinco javevýi que nadaban alrededor de la ahogada posibilitaron que dos pescadores divisaran el cuerpo flotando.
Los jóvenes que la rescataron construyeron un nicho que hasta ahora se encuentra erguido bajo una planta de ingá a orillas del arroyo, lloraron desconsoladamente contemplando a la inocente, y cuando sus lágrimas tocaron el suelo de inmediato aquel lugar se convirtió en un sitio maldito, no por el penar del alma de la niña sino porque aquello constituía el escenario en donde el ser humano evidencio lo bajo que puede caer y lo cruelmente despiadado que puede ser.
Los pescadores, adolescentes y primos hermanos entre sí, salvaron del anonimato a aquella alma, la llamaron “LEÓNCIA TIRADA”, los restos mortales de la infortunada fueron llevados hasta el cementerio de Ypacarai, en ese sitio ya no fue una huérfana indeseada, su cuerpo descanso arrullado en el seno de la MADRE TIERRA, y en el altar de su crucecita milagrosa los devotos llevan juguetes para suplir el cariño del que su malvada madre la privo.
Por otro lado, el Sacerdote que fuera su padre falleció…Sin que constituya una expresión de deseos, lo más probable (o justo) es que se encuentre ardiendo eternamente en el infierno, aunque se presume que en el incesante propósito de corromper al ser humano y buscar su perdición, aquel Sacerdote era en realidad un Incubus que tras cumplir su cometido regreso al reino de su padre Lucifer.
Esta historia no pretende satanizar a ningún Pa'í de la iglesia, pero solo el ensayo de la teoría de la existencia de uno o varios sacerdotes poseídos por espíritus infernales podría justificar o explicar la ruin, despiadada, miserable y deleznable conducta de algunos mal llamados Pastores y sus acciones que desprestigian y avergüenzan el legado imperecedero de JESÚS el hijo de DIOS.
La cruz de Leóncia Tirada, del alma convertida en una entidad con poderes capaces de traspasar umbrales y dimensiones, pudiendo convivir en el plano de los mortales sigue en el cementerio de Ypacarai, no la dejaron vivir pero vive y sigue ahí, la llamaron pecado, perdición y vergüenza y sin embargo fue el producto de actos ajenos y en esencia inocente; la comunidad religiosa de aquel entonces calló su muerte defendiendo a un integrante de la jerarquía eclesial que bajo la Sotana dejaba escapar la cola de la bestia, la de un Incubus que copulando con una mujer Ypacaraiense había concebido a una niña cuyos poderes bien podrían igualar los dones de Merlín o de Atíla el Huno.
Al igual que el Curuzú Pablíto del km 42, a la cruz de LEÓNCIA TIRADA se le atribuye la concesión de favores milagrosos y es considerada la guardiana y la protectora de los niños (Ibejis u/o Erês), los juguetes que sus devotos les regalan como agradecimiento por la intersección divina, constituyen el sublime homenaje a la inocencia de una recién nacida cuya expectativa de vida fue abrupta y trágicamente interrumpida.