Washington y el manojo de las llaves de Oro.
Washington o Washi como muchos lo conocían era un hombre de bastante edad, un abuelito que siempre estaba en la plaza acompañado de su carrito vendiendo heladitos, balitas y los famosos caramelos Kurtu, los vendía llamando a sus clientes más pequeños con el apodo de "Cacholo" y su labor diaria era tanto a la mañana como al medio día, antes del sonar de las campanas que daban aviso a la entrada de la escuela Republica de Honduras.
No está de más destacar lo amable, formidable y bondadoso que era este señor... razón por la cual siempre estaba rodeado de niños que iban a la escuela.
Habrá sido su bondad la que contribuyó para que de alguna manera sea el portador del manojo de llaves, quien sabe?
Pero cuentan los más atrevidos que una tarde cuando ya se predisponia a partir rumbo a su casa luego de una jornada laboral, Washi fue hasta el tanque de agua que está en el centro de la plaza, era una tarde nubosa, estaba a punto de llover y él iba a cargar su termo con el líquido vital, había vientos que iban aumentando de velocidad y todo alrededor empezaba a volar y zarandearse en el aire.
Apresurado llenó su termo y tembloroso enrosco la tapa para salir de ahí, el sonido del viento en los árboles de pino le erizaban la piel, fue en ese momento que se abrió ante sus ojos incrédulos el pasaje que lleva a la pirámide bajo el tanque.
Washington o Washi "El Heladero" no tuvo la fortuna de ingresar al lugar en ese momento, pero una mujer de belleza excepcional salió por el pasaje y con la mano ensangrentada le entregó un manojo de llaves, y vaya manojo de llaves que eran, pues eran de ORO!!
La mujer estaba mal herida y solo atinó a decirle: "Te entrego estas llaves que habren los 7 pasajes secretos de la ciudad, cuídala con tu vida".
Evidentemente se notaba las heridas en la piel y el cuerpo a causa de algún combate o pelea de la cual había sido partícipe esta mujer.
Washi quedo estupefacto, atónito... no entendía nada... tenía miles de preguntas, pero aquella mujer, en un parpadeo fue como absorbida por una luz radiante que venía de dentro del pasaje y este se volvió a cerrar!!
Washi despavorido dejó caer su termo al piso y estrepitosamente se retiro del lugar, desde entonces recorrio la metrópolis de Ypacarai, empujando su carrito de helados y con un manojo de llaves sujetado a la cintura combirtiendose así en "El amo y señor de las llaves de los pasajes ocultos en la vieja Tacuaral".
Luego de lo sucedido su actitud cambió, no me malinterpreten, pero se volvió de alguna manera más distante, más sabio, lo envolvía un aire de misterio, parecía saber algo más, algo que quería contar pero no podía.
Algunos de los más longevos decían que Washi aquella tarde adquirió algunos poderes místicos, otros comentan que esa misma tarde se le acerco un hombre en bicicleta, este hombre se vestía elegante y traía un sombrero puesto, atribuyen a este caballero misterioso el portador de un gran poder quien al ver el manojo de llaves que traia Washi, con un saludo sacándose el sombrero y apretón de mano de por medio, le había traspasado algún tipo de poder.
Recuerdo vagamente que llamaban al caballero misterioso "Don Monzón", un excombatiente de la guerra del Chaco. Pero bueno, la historia que envuelve a Don Monzon es otra historia, historia que muy pronto conoceremos.