EL HOMBRE DE BLANCO.
Mi madre, Ña María Aquilina, para mí también conocía la receta secreta del que se habla con respecto a las personas con profundo conocimiento de Ypacarai. Vivíamos en el km 35, sus empanadas eran muy deliciosas y sus ñoquis domingueros ni qué decir, y eso que no mencionamos los pucheros. No le di tanta importancia, a pesar de haberlos degustado en mi niñez, adolescencia, juventud y hasta mi adultez, pero nunca más he probado otro igual, excepto cuando con mi señora a veces comíamos en el Bar Liché.
Mi madre me despertó una madrugada y me pidió llevar sus empanadas a una emisora local, de mucho rating de la época, Radio Ypacarai AM, donde hablaba en guaraní un locutor muy popular, Ricardo Villagra. A él le llevaba las sabrosas y calentitas empanadas casi todas las madrugadas, a pesar de no querer hacerlo mi mamá casi me exigía sin saber que me impulsaba a una experiencia que marcaría por mucho tiempo mi vida.
Una madrugada no pudo llegar el operador de radio del mencionado locutor, y como yo me iba casi siempre, veía como se operada la consola de sonido, me pidió un favor para suplantar momentáneamente a su operador ausente. Eso me abrió la posibilidad de que sea contratado luego como una especie de operador comodín, el que cubría el horario libre de los demás operadores de radio y trabajaba en los horarios en que los demás no querían trabajar. Mi turno era de 03:00 a 07:00 hs. de la mañana, y de 19:00 a 23:00 hs., dos turnos por día, sin descanso ni un día en la semana. Eso trastornó mi descanso, dormía de día y por la noche lo hacía 2 horas, pues para abrir la emisora yo debía estar allí a las 02:30 hs de la madrugada para calentar las lámparas del enorme transmisor que ocupaba toda una pieza en el local de la radio. Yo dormía muy mal, casi no conciliaba un sueño.
Un domingo de madrugada, me levanté como siempre, hacía un frío que pelaba, creo que la temperatura estaba bajo cero, me puse mi poncho que me había regalado mi hermano Titón, un poncho como esos que usaban los excombatientes de la guerra del Chaco, totalmente de lana, salí a la calle y me dirigí a la emisora, camino para la radio como cada madrugada. Cuando llegué noté que el transmisor ya se estaba calentando, pensé que Apolonio Agüero Meza, también un locutor en idioma guaraní y poeta, era quien se adelantó pues su programa iría ese domingo a primera hora. Grande fue mi sorpresa cuando una persona de unos 30 años, vestido totalmente de blanco, hasta el zapato lo tenía de ese color, sentado en el corredor del edificio donde funcionaba la radio me saludó y me llamó por mi nombre como si fuera que me conociera de siempre. Me dijo si podía esperarle a Apolonio Agüero Meza allí, aunque éste justo ese día no llegó. Me invitó mate que ya tenía todo preparado.
Empezamos a hablar y me habló de episodios que desde esa vez intrigarían mi vida constantemente. Me dijo si a mí no me parecían llamativos algunos acontecimientos bíblicos (de biblia yo no sabía nada hasta entonces) que por ejemplo si no me parecía llamativo que justo las dos personas que no murieron eran las que aparecieron en la Transfiguración del Maestro, Moisés y Elías, personajes de quienes ni idea yo tenía, pues nunca leí una biblia ni la tuve siquiera en mi mano.
“El cuerpo de Moisés no encontraron los israelitas después de su desaparición y Elías fue alzado en un torbellino y le llevo una carroza de fuego según Eliseo, quien era su discípulo" me dijo. Me preguntó: “alguna ve pa rehechama la carroza de fuego” (alguna vez has visto una carroza de fuego?) me hablaba en yopará (mezcla de guaraní y castellano) moví la cabeza negativamente porque ni idea tenía de lo que estaba contando, seguidamente dijo “nde rehechaseipa” (te gustaría ver?) Eso ya no respondí. Siguió diciéndome, "no te parece raro que dos griegos preguntaron por el Maestro y automáticamente El empezó a hablar de su próximo sacrificio a sus discípulos...? eso era una señal para El y los supuestos griegos son los mismos de la transfiguración" describió. Cómo yo respondería sobre un tema del que no tenía conocimiento ni idea.
Desde ese momento me entró una curiosidad para indagar sobre esos hechos bíblicos, y otros que también me relató en un tiempo que me pareció corto, pero las informaciones fueron abundantes. Leí efectivamente que el profeta Elías fue traspuesto de la forma que me relató, eso se puede leer en el segundo libro de Reyes 2:11. Esto me impresionó, pero supuse que este ser que vino de visita solo era un lector asiduo de la biblia. Comprobé exactamente al leer Deuteronomio 34:6 “…pero nadie sabe hasta hoy el lugar de su sepultura…” refiriéndose a Moisés, que probablemente fue como me lo había comentado, tal vez nunca murió y que también fue traspuesto. Y efectivamente, me llama hoy la atención del porqué cuando a Jesús le informan que unos griegos le buscan automáticamente El dijo “Ha llegado la hora” Lo leí en el evangelio de Juan 12:20… Esto despertó en mí todo tipo de interrogante. Pero lo que sí hoy me llama la atención (aunque en ese momento no) es que también me habló con respecto a episodios del futuro, por lo cual no compartí con nadie lo escuchado, y menos lo iba a hacer con mis compañeros de trabajo por temor a burlas.
En esa época, comienzo de la década de los ochenta, trabajaban en la radio personas capacitadas, preparadas, talentosas y muy intelectuales, como Isaac Villalba, Galaverna, Teresita y Amilcar Rojas, Juan Melgarejo, Vicente Patiño, que solía hablar de temas místicos, y Carlos Caballero; este último compañero ese día llegó a las 07:00 hs. para tomar su turno y me encontró dormido encima de la consola, pues me quedé dormido luego que este visitante al despedirse no me pasó la mano, a pesar de que yo la entendí para despedirme, él alzó su mano derecha y me tocó la frente suavemente, es todo lo recordé hasta que Caballero me despertó, siempre pensé que era un sueño. Carlos tal vez podría dar fe de esta parte.
Lo que hoy sí me impulsa a contar esta experiencia son los eventos que vienen sucediendo y que aquel visitante inesperado reveló entonces con respecto a hechos venideros. Recuerdo vagamente ahora que un poco antes de despedirse me dijo: “outa petei mba asy mbarete, pandemia he ita lo mita… va ser una señal. (va venir una fuerte enfermedad, dirán la gente pandemia... eso será la señal) En los habitantes de esta ciudad, y más en los que por algún motivo tomarán otros rumbos, se despertará una tremenda ansiedad en descubrir el sitio del Portal o el sistema de túnel electromagnético que efectivamente se encuentra en Ypacarai. Muchos de los fundadores y antiguos habitantes ya saben que esto ocurrirá, muchos tienen conocimientos secretos del mismo” A esta parte de su relato casi no le presté más atención, pues me parecía un imposible, un divagar, en un país tan lindo, tranquilo y rico en naturaleza no cabía en mi mente la posibilidad de ninguna enfermedad grande ni mucho menos una pandemia mundial. Recuerdo que dijo: "Durante esa pandemia el sentir popular del pueblo asumirá y declarará que Ypacarai es el punto central del Universo, sería como un impulso por el inminente acontecimiento, y lo llamarán Capital del mismo universo" y que asimismo es, afirmó. "Empezarán a ocurrir sucesos raros y hasta sobrenaturales, todos querrán identificarse con lo que es la ciudad de Ypacarai por los eventos ocurridos y próximos a ocurrir", refirió. Para mí era futurología sin fundamento. Un poco antes de despedirse, recuerdo que tomó su guampa con su mano izquierda, una plateada con bombilla totalmente decorada, y me dijo: "Su descubrimiento será tal fecha y se encuentra exactamente en tal lugar...", fecha y lugar que pareciera se borraron de mi mente cuando tocó mi frente, y si no se borraron están dentro de mi subconciente, porque durante todo este tiempo estoy haciendo un tremendo esfuerzo para recordar y no logro hacerlo, a pesar de tratarlo intensamente.
En la medida en que vaya recordando mis conversaciones con este ser misterioso (pues tuve luego de esta otras varias) iré escribiendo, porque hoy, a la luz de los acontecimientos, recién estoy muy sorprendido de todo lo que había escuchado de boca de mi amigo El Visitante de Blanco