EL CAMINANTE DE MI CIUDAD.
Por los cuatro rincones que dan entrada a la ciudad de Ypacarai fácilmente lo solíamos encontrar. Lo veían viniendo por el camino que va hacia Pirayú, o sentado en la esquina de la ruta que lleva hacia Aregua.
Era fácil distinguirlo caminando cerca del cementerio como quien se dirige a Caacupé, o tal vez por la ruta que viene bajando de Itaugua. El eterno caminante, concentrado en su andar, murmurando y charlando vaya uno a saber con quien.
Según dicen un día había probado algunas sustancias que en un sapyaite de la cordura a lo locura lo llevó, otros contaban que era una cuestión más patológica, que tenía todos los síntomas compatibles con la de un esquizofrénico más. Se decían tantas cosas que muchas veces era casi imposible saber en cual creer.
El caminante de Ypacaraí, que recorría los rincones de la ciudad acompañado de una pequeña botella de caña, más específicamente una petaca, haga frío o calor era común verlo beber cada tanto un sorbo de la misma. De cabello largo y barba tupida, apariencia que siempre era habitual en él, caminaba la ciudad buscando algo que nadie nunca supo descubrir… qué era lo que realmente quería encontrar? Llegaron a decir algunos, que iba buscando al prójimo que realmente lo pueda ver con los ojos del amor a los demás, alguien que no viera en él a un hombre común, si no al mismo, que hace ya varios siglos atrás a la cruz fueron a enviar.
En una noche de recorrer la ciudad, de un piedrazo los vidrios de la iglesia fue a romper, quizás porque sólo él era el único que tenía la potestad de tirar la primera piedra cómo ya lo había mencionado hace mucho tiempo atrás.
El caminante que nadie nunca supo entender porque recorría la ciudad, era al que pasábamos por al lado y no podíamos ver, al que habíamos negado tres o más veces antes de que cante el gallo y llegue el amanecer. Cuentan en Ypacaraí, que el día que tuvo que marchar y volver junto al padre celestial, pocos fueron los que lo habían ido a acompañar.
Durante muchos años, muchos fueron los nombres que se le otorgaba al caminante que recorria el mundo buscando el amor a los demás, le decían:
Cristo.Yeshua.Josue.Isa.Jesus.
En Ypacaraí dicen que durante un tiempo largo también pasó sus días caminando, y recorriendo la ciudad sin que nadie notara que era él, muchos de nosotros nunca lo habíamos reconocido, incluso lo llamábamos por otro nombre.
Le decíamos Mbilu…
MBILU GOETZ