EL AGENTE SECRETO LUIS LATA.

Quien no recuerda al emblemático Lui Lata cuentan algunos ancianos que el era un agente secreto, británico, o Norteamericano la verdad hoy en día ya es imposible determinar con exactitud su nacionalidad puesto que poseía varios documentos y distintos pasaportes que lo vinculaban a una docena de países.

Llego a Ypacaraí en los años 80 siguiendo las pistas dejadas por los nazis y motivado por una fuerte intuición.

En su hogar del barrio Palma a metros del emblemático colegio Dr. Ignacio A. Pane se pasaba horas revelando fotos, uniendo cabos sueltos, e interpretando símbolos. Él manejaba 6 idiomas, aunque el jopara clásico del paraguayo lo confundía por su versatilidad lo cual evidenciaba que era oriundo de otro pueblo, era experto en combate cuerpo a cuerpo y manejo de diversas armas.

No podía pasar inadvertido cuando recorría la ciudad, pues por lo general iba vestido de manera elegante y con un tapado largo (tipo sobretodo) como ocultando alguna arma en la cintura.

La policía que en aquel entonces hacía guardia al lado de la escuela Republica de Honduras nunca lo molestaba y si algún tahachi despistado lo abordaba el siempre lo burlaba fácilmente. Una noche previo al Festival del Lago, con el bullicio de la gente y la algarabía natural de jóvenes y adultos entusiasmados por el acontecimiento que juntaba cientos de personas, curiosos y artistas, aprovecho para salir a hacer su típico recorrido.

Luego de horas observando las inscripciones en un vagón de tren estacionado al costado de la estación de ferrocarril, tomando fotos, recolectando minuciosamente muestras de huellas esperando que lo lleven a algo o a alguien.

Sale camino a la plaza con quien sabe cuántas hipótesis y algunas teorías. Pero nada lo había preparado para lo que estaba a punto de pasar.

Llegando al tanque en el centro de la plaza se acerca a beber agua, se moja el pelo y lentamente cierra la canilla, mira a su alrededor y de repente un pitido suave en el oído y un silencio abrumador 5 o 10 segundos, gente que pasa por la calle a unos 30 o 40 metros que parecían no notar su presencia en el lugar, una brisa fría recorre su nunca y espalda, la noche estaba oscura tenía húmeda la mano voltea la cabeza mientras se sacude la mano y a lo lejos el sonido de las guitarras que provenían del fondo del emblemático Bar Central parecía despertarlo.

Justo cuando se predispone a partir, escucha como se abre una pequeña puerta a su espalda en la pared del tanque: era como un pasadizo, inmediatamente lleva la mano a la cintura tomando su arma, se oyen gritos y golpes desde dentro, como de alguna pelea, toma valor y se asoma para ver qué sucedía... entra despacio, el brillo del lugar era incandescente, por un momento no logra ver a nadie, repentinamente la puerta se cierra a su espalda y queda atrapado dentro, es ahí cuando sus ojos empiezan a ver mejor, era otro mundo. Habían lingotes de oro por todas partes, estaba parado en una escalera amplia como de 15 metros de ancho y unos 9 o 10 escalones, había como jeroglíficos por todas partes, pilares tallados, el piso reflejaba todo y el techo como de piedras gigantes, se asemejaba a alguna pirámide por dentro, enfrente unos hombres peleando, o no eran hombres?? Se preguntaba, algunos eran como espectros, no se notaban sus facciones en el rostro y otros parecían como con alas, parecían gárgolas con espadas, el brillo del oro en el lugar era muy fuerte, corrió al costado para ocultarse y cayó de manera estrepitosa torciendo el tobillo y quebrándose la pierna, quedó tendido al lado de la escalera y cayo en manos de morfeo y el dolor lo llevó a desmayarse, su arma que de nada le sirvió quedo tirada a un costado.

Cuenta que una hermosa mujer lo despertó, le vendo la pierna y a escondidas lo sacó del lugar y lo llevo a su casa, ya había amanecido, lo recostó en su cama y le dijo que olvidé todo lo que vio esa noche. Cuando Luis volteo para agradecer la mujer ya no estaba ahí, quedó perplejo, quebrado, confuso.

Desde aquella vez, ya no fue el mismo, recorría la ciudad con la pierna rota, buscando respuestas, nadie le creería, cayó inmerso en sus especulaciones e ideas, volvió al lugar varias veces, jamás volvería a encontrar dicho pasaje, paso el informe a sus superiores y estos lo tildaron de loco, lo abandonaron a su suerte, en poco tiempo la desesperación por no encontrar una respuesta coherente a lo sucedido aquella noche, lo llevó a deambular por la ciudad, espantando a la gente para que no se acerquen al tanque, recogiendo latas y botellas para luego llevarlas a su casa, las noches se volvieron muy largas y los días muy cortos.

Muchos temen hablar de su caso, y algunos atrevidos dicen que volvió a entrar y jamás salió de nuevo. El misterio de la pirámide bajo el tanque de la plaza jamás fue resuelto.

Hay sin embargo algunas pistas e hipótesis que hablan de un tal "Washington o Whashi" "El Heladero" dicen que el tenía las llaves de dicho pasadizo.

Pero siempre era custudiado por un Excombatinte de apellido Monzón "El inmortal" (a estos señores se les atribuía más de 100 años)... pero esa, esa es otra anécdota para otro día.

Un día en el que entendamos que en Ypacaraí puede que haya piramides invertidas bajo tierra y mucho más.

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