El Exótico Comensal.
(Relato basado en personajes y hechos de la vida real).
La siesta parecía melancólica en aquel otoño allá a mediados de los años 90. Una tenue llovizna acariciaba los follajes amarillentos de un otoño que llegaba con sus primeros alientos frescos. En la puerta de su humilde rancho, Don Tomás, (más conocido como Don Toma’i o simplemente Ta’i) miraba al horizonte distante como si extrañara algún acontecimiento pasado, o tal vez algùn fallido amor de tiempos de mocedades .
Vivía solo, no se le conocìa pareja o familiar alguno.
Un buen día habìa aparecido, no se sabe de dónde y se instaló en una casita rústica, que con esfuerzo refaccionò para que sea habitable. Hablaba poco. No hacía vida social con casi nadie, excepto las esporàdicas charlas con un amigo en comú, quien lo conocia bien, pues era del mismo lugar.
Cuentan que Don Ta’i , comía de lo que le proporcionaban los vecinos, o si conseguía alguna changa en las capueras, con el dinero ganado compraba latas de sardina, mortadela "Carapegua", o picadillo, con abundante coquito, con lo cual surtía su alacena para la supervivencia.
Lo curioso de esta historia es que desde que un tiempo transcurrido desde que apareció este personaje pintoresco, en la compañía Zayas, distante aproximadamente a 7 km del casco urbano de Yaguarón, las mascotas de las casas circundantes empezaron a desaparecer, una tras otra, especialmente los gatos.
No faltó algún supersticioso que alarmó a los vecinos diciendo que tales felinos eran empleados para un ritual satànico, (en este punto cabe mencionar que allá por 1996 hubo una psicosis colectiva de satanismo en todo el Paraguay).
Una niña del lugar, quien adoraba los gatos, tenía su más preciado regalo una hermosa gata angora (que su papá le habìa regalado a regañadientes, pues la mayorìa de los adultos odian los gatos), la cuidaba con tanto esmero y el animal le retribuía con cariñosos ronroneos. Pero grande fue su sorpresa cuando una mañana despertó y no encontró a su gata, y bañada en lágrimas se fue junto a su padre, pues pensaba que su progenitor, aprovechando su hora de sueño había ido a abandonar al animal en algun lejano lugar, pues no era de su agrado del todo. Éste lo negó y tratò de consolar a su pequeña.
De ida a la escuela, vio horrorizada por un alambrado la piel en jirones tendida por un alambre de púas lo que era su mascota favorita.Fue entonces que descubrió que en realidad, don Tomás se dedicaba a la caza de gatos para su alimentación cotidiana, En el vecindario circulaban desde hace tiempo tales rumores, pero muchos no podían dar crédito a esos comentarios que decían que ante la escasez de provistas, cuando ya no le sobraban latas de sardinas ni mortadela, nuestro personaje se dedicaba a la caza de felinos
No era para ningún ritual ni tampoco ofrendas para Lucifer. Era sólo que una vez probado la carne gatuna, le tomó el gusto y como vivía en soledad,le resultaba fácil y más barato poner en práctica sus habilidades de cocinero para preparar guiso de gato, sazonado con muchos condimentos.
Hay quienes dicen que además de gatos, en su olla iban a parar caracoles, apere´a y cuantos animales pequeños pudiera atrapar.
Desde aquella vez, la almacenera del lugar, advertìa a los demás clientes que cada vez que este hombre iba a comprar pimientas, ajo, laurel, comino y otras especias, era seguro que algùn gato de algunas de las familias estaba en la lista de espera para ir directo a la olla. Así como un día apareció en la compañía Zayas no se sabe procedente de qué lugar, también desapareció, siendo desconocido su paradero hasta ahora.
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