El Prisionero 25992645

Hoy…

Hoy quiero contarles la historia sobre un personaje que vivió en Ypacaraí en el total anonimato, escondiendo así su verdadera identidad, es una de esas historias de las que no se comentan mucho, ya que las personas que la conocen han sabido mantener el secretismo en torno a ella.

Por cuestiones de respeto tratare de omitir nombres que puedan revelar la identidad de nuestro personaje secreto, ya que no quisiera ser el causante de que dicho misterio sea revelado y así de esa forma se pierda tanto trabajo de ocultamiento por parte de muchas personas.

Este relato comienza con mi hermano Chino quien en uno de los tantos viajes al sur del continente, se encuentra con esta historia de forma accidental y ya de vuelta a Ypacaraí me la pudo relatar.

Estando en la ciudad de Esquel, en el sur de la Patagonia Argentina, buscando un lugar donde pasar el día para así poder continuar el viaje hasta el estrecho de Magallanes, mi hermano por esas raras casualidades de la vida fue a coincidir con una señora que residía en aquella ciudad desde hacía ya varios años, y que era oriunda de Ypacaraí, la misma al saber que Chino venía de allí le ofrece alojamiento por aquel día para que él pudiera retomar su viaje la mañana siguiente.

Ya estando en aquel lugar, empezaron a charlar y como es costumbre los dueños de casa le hicieron las preguntas obvias que se le hace a todo viajero.

Para dónde iba, qué tal el viaje en moto, y desde donde estaba viniendo.

Todas ellas respondidas con total normalidad por mi hermano, excepto por la última que al responder diciendo que venía desde Ypacarai, ya que él vivía allí, llamo su atención el cambio en el gesto de la señora dueña de casa.

La misma al notar que había quedado en evidencia por el gesto anteriormente comentado le dice con una sonrisa…

Mi papá vivió mucho tiempo en Ypacaraí, y empieza así de esa forma a contar una de las narraciones mejor guardadas de nuestra ciudad.

El padre de esta señora era nada más y nada menos que un capitán militar boliviano, que había sido capturado en una de las tantas batallas de la guerra del Chaco paraguayo, fue así que ya siendo prisionero de guerra es enviado a Ypacaraí para realizar los trabajos forzados que tenían que ver con la construcción de la cancha DEL TRIUNFO, EL CENTRO SOCIAL, y el sofisticado sistema de rotonda que hacía girar a los ferrocarriles con una sola mano entre otras cosas más.

Mi hermano queda impresionado con tales datos, y había preguntado el nombre de aquel ex militar, a lo que dicha señora no se lo quiso revelar, ya que él mismo era un secreto que no se podía contar, pero si le comento que el número que le habían asignado como prisionero de guerra era él 25992645.

Ya de regreso a Ypacaraí, mi hermano trato de averiguar la mayor cantidad posible de datos sobre los bolivianos que estuvieron como prisioneros en Ypacaraí, se enteró que aparte de construir las cosas ya mencionadas, también habían hecho un puente a la altura de Guazuvira, y que eran reconocidos por tener una muy buena mano de obra ya que poseían experiencia en el uso de la dinamita y la soldadura.

Pero nada pudo saber del prisionero número 25992645, ya que según algunos registros decían que murió de forma dudosa en la realización de algunos trabajos con dinamita.

Tratando de recabar mayor información sobre aquél misterioso soldado capitán, se encontró con algunos datos que contaban que él mismo no tardó en sentirse muy a gusto en nuestra ciudad, si bien no todos sabían que él poseía un alto rango militar, todos aquellos prisioneros que habían participado como soldados en las filas bolivianas lo conocían y sabían de su jerarquía, pero por pedido del mismo habían optado por permanecer en silencio y guardar así el secreto.

Dicen que aquél prisionero era uno de los más laboriosos, que resaltaba por su capacidad de mando y organización por sobre los demás a la hora de realizar los trabajos asignados, cuentan que era oriundo de la ciudad de Quillacollo, departamento de Cochabamba, y que según se sabía, se había encariñado mucho con la ciudad de Ypacarai y que inclusive…

Ya había encontrado el amor de una bella mujer que residía en la ciudad.

No bastó mucho tiempo para que aquél soldado olvidará todas las cuestiones por las que dos naciones estaban luchando de forma descarnada en el Chaco paraguayo.

Él ya había empezado a sentir a Ypacaraí tan acogedor y agradable cómo su querido y natal Quillacollo.

Al fin y al cabo todos somos hijos del mismo padre celestial, de qué servía pelear o matar a un hermano paraguayo que al igual que él…

Lo único que buscaba era poder vivir en paz.

De esa forma lentamente en su mente y en su corazón, la guerra del Chaco había terminado para él el día que pisó suelo ypacaraiense.

Pero el conflicto bélico entre Bolivia y Paraguay aún seguía, y pudo enterarse el capitán prisionero a través de un mensaje que le habían hecho llegar, de que su rescate era solo cuestión de tiempo.

Ya que los trabajos de investigación realizados por los espías bolivianos habían dado con su paradero, y era inminente su liberación para retomar su puesto y reorganizar las tropas para poder dar así un contraataque que definiría el curso de la guerra a favor del bando boliviano.

El corazón se le había partido en dos al recibir la noticia de su rescate, ya que no deseaba volver, él había encontrado el amor en Ypacaraí, había sido partícipe de la construcción de lugares recreativos para todo el pueblo, inclusive para él mismo, no podía imaginar en su mente la idea de renunciar al privilegio de poder disfrutar de una tarde de verano junto a la piscina del centro social, o ver ganar a su equipo en algún encuentro futbolístico en la cancha que él mismo con sus propias manos había ayudado a construir.

No podré estar para observar el buen funcionamiento de la rotonda que hará girar el ferrocarril, la idea de abandonar Ypacaraí lo destrozaba.

Ya la guerra lo había obligado a dejar su amado Quillacollo, y ahora de vuelta la guerra lo obligaría a dejar a su amado Ypacaraí.

Fue así que él capitán boliviano, el prisionero número 25992645 sin pensarlo demasiado, en un día de trabajo que aparentaba normal en la cantera de Ypacaraí, detonó un cartucho de dinamita y voló por los aires.

Nunca más nadie supo de él, tampoco se encontraron restos humanos en el lugar de la explosión que puedan confirmar de forma fehaciente la muerte de aquel prisionero.

En el registro de la época del acta de defunción, él único dato llamativo que se observa sobre el deceso del mismo dice la frase…

MUERTE DUDOSA POR EXPLOSIÓN EN ÁMBITO TRABAJO.

Fue así que el tiempo pasó, y el 12 de junio de 1935 llegó la tan anhelada Paz del Chaco, Paraguay y Bolivia habían terminado de una vez por todas la guerra.

Lo extraño del caso fue que pasado unos meses de aquél 12 de junio, había llegado a Ypacaraí un ciudadano proveniente de Bolivia con intenciones de asentarse en nuestra ciudad, de oficio sombrerero y ya en pareja con una señorita que a diferencia de él, era de nacionalidad paraguaya.

Dicho personaje llevaba el apellido González, y lastimosamente no se sabe mucho más de él.

Lo raro de todo esto es que muchas personas lo veían muy parecido a un prisionero boliviano que había muerto hacía unos años atrás por la exsplocion de un cartucho de dinamita.

A lo que Don González respondía con una sonrisa y la misma frase de siempre:

NOSOTROS LOS BOLIVIANOS SOMOS TODOS PARECIDOS.

Nadie más supo que pasó del capitán prisionero número 25992645, pero algunos creen que aquél ciudadano boliviano de apellido González que llegó a la ciudad un tiempo después tiene algo que ver con él.

Pero lo más curioso de toda esta historia, es que en la décima compañía de bomberos voluntarios de Ypacarai, tuvieron como miembros del cuerpo de bomberos a dos ciudadanos de nombre Ariel y Mario, ambos de apellido González, que según se sabe su abuelo paterno era de origen boliviano, proveniente de la ciudad de Quillacollo, y que según cuentan ellos, fue un ex combatiente en la guerra del Chaco.

Pero lo increíble de todo esto es que ambos cuentan con un número de código muy familiar.

Mario es él voluntario número 2599.

Y Ariel es él voluntario número 2645

Si, así es, él mismo número de aquél capitán prisionero número 25992645.

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