La llave Maestra de la Capital del Universo.
En los últimos momentos de su vida, una madrugada el Medico Ñoño había mencionado un secreto guardado durante décadas y que le fuera trasmitido por antiguos guardianes que moraban el suelo de Tacuaral.
Con vehemencia hablaba de un artilugio y se refería a ella como “La única”, describiéndola como eslabón que podría unir lo real y lo irreal, a una dimensión con otra, al pasado y al futuro, a este mundo con el infinito universo.
Detallaba las ranuras de una llave que podría abrirlo todo y que la misma había sido elaborada en los confines del Palacio subterráneo de la Capital del Universo, forjado en un duro crisol en donde las artesanas manos de los duendes lo diseñaron utilizando un material desconocido para la tabla periódica, un elemento de otras galaxias:
Componentes de un meteorito.
Eladio Pérez, el Medico Ñoño, comento que durante mil siglos los misteriosos seres abandonaron los confines del Palacio que subyace bajo la Iglesia de Ypacaraì una sola vez, y fue para inocular mediante un sueño en la imaginación del Arquitecto Morales el diseño exacto de la forma de aquella llave.
Al otro día Edilio Morales había creado el símbolo del Festival del Lago, una guitarra con la caja abierta testimoniando el canto libre, con las 5 cuerdas que representaban a los continentes y más una que se disparaban hacia el infinito de la imaginación, conectándose con el universo, allí donde solo la inspiración puede llegar.
Esta aleación desconocida por el hombre está adornada con el oro más puro, incrustaciones de diamantes, rubíes, jade y esmeraldas.
Para mí este relato siempre fue un misterio hasta que días pasados recibí una llamada telefónica, del otro lado una voz me dijo: “Tengo a la Única, la llave maestra de las dimensiones”.
La “Única”, la llave maestra no puede ser utilizada por cualquiera, su portador debe tener el ADN Ypacaraiense, la energía de la sabiduría que emana del gigantesco corazón latiente del Palacio de la Capital del Universo, debe ser un soñador, hombre y/o mujer bohemio amante y enamorado del amor.
La llave gira las combinaciones para abrir las puertas de las dimensiones, algún día calzara a la perfección en la consola que activará las luces del Faro del Chino, construido para señalar el camino de la sabiduría y evitar que los Ypacaraienses se estrellen contra los acantilados de la ignorancia.
Sostenido sobre el pecho es la llave de todos los corazones, con la fe del tamaño de un grano de mostaza es la llave de la felicidad, pero también puede cerrar el candado para aprisionar para siempre el odio entre conciudadanos.
En sigilo, han sido numerosas las expediciones en busca de esta joya destrabadora de cerraduras, se menciona que el mismísimo Conde D’eu llego a Ypacaraì en busca de ella y que apropiarse de la misma era un imperativo contenido en una cláusula del Tratado Secreto de la Triple Alianza.
Los Ingleses vanamente enviaron espías disfrazados de colonos para intentar llevársela a su Reina, en todo el casco urbano cavaron numerosos túneles que permanecen intactas, y hasta los Nazis encomendaron a Josef Mengele viajar desde San Bernadino hasta Puente Likù, en un Submarino que hasta hoy sigue sepultado bajo las arenas del arroyo.
Los Alemanes seguidores de Hitler creían con absoluta convicción que la llave de las dimensiones contiene el mismo poder que la Lanza del Destino o la Lanza de Longino, y que con ella podrían resurgir a pesar de haber perdido la primera y segunda guerra mundial.
La Única llave, la maestra esta en Ypacaraì, con ella no solo se echa a andar las maquinarias de la #60, sino que también se puede convertir a la emblemática locomotora en un Transformer dispuesto a luchar a nuestro lado por nuestros ideales y con sus ardientes calderas hacerle pipì a los que tiran mala onda.
En un monumento construido en el corazón de la plaza de Ypacaraí estará exhibida la genio de las combinaciones dimensionales, la mágica llave que en la mano correcta nos conducirá al lugar exacto jamás pensado.
Estará incrustrada como una Excalibur, disponible para algún elegido apto para usarlo, joven, adulto o niño, hombre o mujer Ypacaraiense que tendrá el privilegio de girar la sincronización exacta y hacer arrancar los motores del Coloso Ingles, orgullo de Ypacaraì.
Quien logre concretar esa hazaña no tendrá que preocuparse de lo limitado del trayecto ferroviario, la llave contiene magia y descarga el combustible de la imaginación que puede trasladar al conductor y a los pasajeros al puerto que lo infinito de los sueños elija.
La llave te espera en Ypacaraì, allí donde lo imposible, sencillamente no existe.