El Hombre Basura

(No has visto que somos espejos? Lo que me pasa a mi, también te pasa a ti, sabias?)

Estaba sentado en la vieja casona del pueblo donde nací mirando el negro asfalto que habían construido en frente: la famosa ruta internacional, como la llaman los vecinos de los alrededores.

Los gorrioncillos, los canarios criollos, los elegantes ypeku y algunos escurridizos apere’a fueron reemplazados por automóviles deportivos que los fines de semana se desplazaban hacia la villa veraniega de San Bernardino y también los dantescos camiones encarpados de los contrabandistas que a la medianoche transforman el otrora apacible barrio raudal que más bien parecía antes la réplica de un bombardeo… y bueno, mi anémico valle Ypacarai y nosotros contagiados de tristeza recordábamos a nuestros queridos días de ayer.

Era un caluroso día de febrero, el sol estaba con un color rojizo oscuro y la tierra era toda tristeza; tristeza naranja y verde.

El Sol parecía sentir rabia y la Tierra sentía que la estaba quemando más de lo debido:

Los hombres! ellos tienen la culpa!! - decia el Sol.

Ellos están destruyendo la capa de ozono y ya no puedo controlar el calor que de mi emana.

Destruyen y alteran las reglas naturales!! Y grito: no quiero ser culpable de la desaparición de tantas vidas en este planeta! Tomen conciencia de la situación y paren - y el Sol lloro ese día-.

Fue en ese momento en que llego mi vecino “Sandro”, con sus ojos saltones y su enorme estatura y mi espíritu rompió́ el éxtasis. La voz de mi singular vecino trato de hilvanar algunas palabras:

- Sabes? dicen que hay muchísimas corvinas y esta es su hora de pique según cuentan… Apuráte!

Entré a agarrar mis cañas de pesca y mi viejo portafolio, también para el mismo uso, y nos subimos al negro coche Dodge 1962 de mi querido amigo y en media hora ya nos encontramos en un tambo de mi pueblo, lugar donde se une el arroyo Ypuku con el lago Ypacarai en las inmediaciones de un lugar denominado “riacho Parado”.

Caminamos cincuenta metros y al doblar una curva cerrada, justo adonde comienza el lago, nos quedamos mudos y absortos contemplando un enorme basural:

Parece una montaña Dios mío!! –digo.

-Póra chera’a!! (me grito Sandro).

“Yty jaryi”!! –dijo- disponiéndose a correr, al ver que de la parte más alta del basural parecía bajar, haciendo piruetas grotescas, un ser cubierto de inmundicias; era una basura andante, mezcla de trapos viejos, cartones diversos, polietileno con numerosas leyendas. Con un sombrero viejo por la cabeza y alrededor del mismo una vieja regadera, medias viejas, restos de cigarros, lateríos colgándole de todos lados y miles de cosas más. A una distancia de diez metros pudimos distinguir que aquello tenía patas. Tenía la forma de un muñeco de trapo… parecía ser un espanta pájaros.

Era basura que caminaba y venia silbando:

Un Hombre Basura!! El demonio en persona!! -me gritó.

- No es el demonio -le dije- es un Hombre Basura!!

La figura seguía avanzando, como hamacándose al ritmo de la más alegre cachaca pirú cantada por nuestro incansable cancionero ypacaraiense, el amigo y cantor Manzanero Castillo. Y aquel ser llego a donde estábamos, y nos habló:

Buenas tardes amigos -dijo con voz ronca y chillante-, mientras que de su cuerpo se desprendían restos de todo tipo. Se sacudió la cara y en ella pudimos ver dos ojillos brillantes y negros, debajo de unas espesas cejas blanquecinas, barba tupida y platinada. Bueno, es lo que pudimos observar entre todos esos desperdicios.

Yo me llamo Spineta chera’a, hace cinco años que vivo en este lugar, mi casa está ubicada en la parte más alta de aquel montículo. Yo no hago ningún mal, yo no robo para vivir compañeros, tengo mi propio negocio, junto todas las cosas reciclables que luego viene un señor de apellido “Telechea” y me compra.

Nos miramos en silencio con mi amigo, ninguno de los dos nos atrevimos a hablar, siquiera a contestar su saludo.

Mi sereno amigo se armó del más impresionante coraje y respondió:

-Bue.. buen.. buenas tardes señor…

El hombre basura le sacudió una enorme carcajada y al reír, en sus grisáceas encías, se movían juguetones unos gusanillos de color blanco amarillento que parecían hacerle cosquillas en la boca; a los más juguetones les separaba con su ulcerada lengua y luego las escupía en el suelo. Los gusanillos se revolcaban y el hombre basura remataba con un certero escupitajo la desesperada danza de los gusanillos.

Luego extrajo del destartalado bolsillo de su saco negro una petaca de color marrón donde se leía la leyenda “expectorante”; lo destapó y le bajo dos traguitos al estilo arriero porte que hizo bailar a su prominente manzana adámica, volvió a escupir esta vez dos desesperados gusanillos, que fueron devorados inmediatamente por su pequeño y lanudo perro “Carlango”; largó una corta carcajada y luego volvió a hablar:

- Uds me son simpáticos, acompáñenme, tengan confianza.

Sandro y yo nos miramos nuevamente y luego de cambiar una mirada inteligente, nos fuimos tras el Hombre Basura que iba hacia la parte más alta del basural, “Carlango” se encariñó con mi amigo y comenzó́ a payasear durante todo el camino y en una de esas casi le come la zapatilla japonesa que le había regalado su suegro “Hupa Hupa”, entonces Sandro nervioso le juega una patada que Carlango esquivo al mejor estilo “Pascualito” y volvió a la carga para comerse su zapatilla.

Sandro intentó algunas palabras que no le salían y cansado, sacó la milanesa que le había preparado su amada “Tacher” y se la dio al perro que entendió el trato para resguardar tan regio regalo de su suegro…

Llegamos a la parte alta del basural donde había una boca de túnel de dos metros de altura, sostenida en la parte superior por dos tirantes de lapacho al estilo crucifijo del cual colgaban: cueros viejos, alambres, zapatos viejos, bolsas de arpilleras, cuerdas de todo tipo, calendarios antiguos, cartones con figuras varias, una piel de cabra destartalada, huesos y una vieja pava de lata. Arriba de la entrada había una leyenda que decía: “Bienvenidos pero sin chismes”.

Al penetrar dentro de lo que pretendía ser un aposento nos encontramos ante una jungla de todo lo que uno se puede imaginar. El olor que impregnaba el ambiente húmedo era parecido al olor característico de cuando se quema la piel de algún animal; había en la unos cajones vacíos de madera, que entrego a cada uno para sentarnos y escuchar la emocionante historia del Hombre Basura. Carlango satisfecho con la milanesa se acomodó en el rincón más oscuro de la caverna y comenzó́ a roncar y lloriquear cada vez que una pulga le daba sus caricias:

-Hace muchos años yo tuve un negocio floreciente y me robaron todo. Entonces tomé la caña de pescar y me vine por la cuenca del lago para conseguir un poco de alimento. Cuando de pronto divise el montículo de basura que se descargaba en este lugar, ahí́ tome la determinación, viendo que había tantas cosas que reciclar, ese podría ser mi trabajo. Bien creía, además, que era la mejor forma de alejarme de todas las violentas vivencias humanas que cada día vemos.

A veces este lugar es inundado por las crecientes y va toda la basura hasta las aguas del lago. Esas son las culpables que el agua se va tornando negra, a parte de la contaminación que le producen las curtiembres de Ypacarai y la fábrica de caña que en los días de lluvia sistemáticamente desaguan los más asquerosos desperdicios en el otrora límpido arroyo Ypuku.

Además toda la cuenca que bordea este hermoso lago vienen siendo contaminada por fábricas de aceite de Capiatá, que no cumplen ni un poco siquiera las reglas de purificación, haciendo que mueran los peces y otros tipos de animales del Arroyo Yukyry.

Hay una organización de ayuda japonesa, “gicayica” dicen que es la sigla y depende del Ministerio de Agricultura. Mas ellos hacen caso omiso, parecen no ver los crímenes ecológicos que se cometen. Parece que solo vienen para justificar el dinero que reciben del Japón, no tienen luego conciencia, no son idóneos para detener tan triste depredación.

Después de los días de lluvia, de nuevo vuelve a llenarse, más todavía ahora que desde otras ciudades traen a tirar la basura a este lugar… yo estoy muy apenado por eso.

El hombre Basura continuó hablando muy entusiasmado de su vida, le vimos feliz esa calurosa tarde y entusiasmado, comenzó a opinar sobre los movimientos políticos. Nos mostró varios pañuelos: rojos, azules, verdes y de otros colores, resto de las últimas elecciones:

- Todos los partidos convocan al pueblo para las elecciones y las diferencias de ideas y procedimientos no afectan al fondo de la cuestión; todo gobierno constitucional necesita de un congreso obediente a sus designios y mandatos que lo sostenga, pero gobiernan sin una mayoría, entonces este sistema es imposible; sin distinción de colores terminamos gobernados por mayorías de parlamentarios que se juntan según conveniencia.

Yo no sé qué es lo que se puede hacer? Escuchar a los empresarios? Seguir a los republicanos o a los liberales? o dejarse guiar por la sirena socialista que se apresta a reñir pueril batalla en un lamentable espectáculo? no tienen más ideal que el presupuesto. Gente sin razón y sin cabeza!

No aspiran a nada, la vida se ha reencontrado para ellos en el lujo y en el estómago.

El Hombre Basura comenzó́ a rascarse el cuero cabelludo con un pedazo de lima vieja y prosiguió:

- La indiferencia por la lucha electoral se extiende cada vez más! se engañan los que las atribuyen al abuso de poder, a la inmoralidad y al caciquismo.

Por ahí́ se empieza, pero se termina reconociendo que el mal es más hondo, como que proviene del sistema mismo. Y se pretende prolongar el engaño: se nos propone o se nos invita a que luchemos por purificar el sistema; que enarbolemos la bandera de la sinceridad electoral y que luchemos por imponernos a la turba de los que ofician de políticos en beneficio propio, mienten, saben que toda purificación y toda sinceridad son imposibles. Saben que el pueblo, explotado hoy como siempre, esclavo del salario, no puede intentar imponerse por el voto; porque el derecho de votar libremente no le pertenece.

Interrumpe su monólogo y dice:

- Yo tomo mate al atardecer. Y comienza a hacer fuego con algunas astillas secas que tenía en su cavernario basural…

Señor ¿tiene usted alguna idea propia o un medio de lucha adecuado para esta situación? le pregunto Sandro

- No nos tratemos de usted, estamos entre amigos, le respondió y siguió:

Tantas veces se ha repetido que la libertad es imposible sin la igualdad económica. Quien a otros hombres obligue por razón de jornal o por otra forma cualquiera de inferioridad económica, jamás podrá́ considerarse libre. Quien puede privarnos de los medios de vida y en un momento dado puede lanzarnos a la miseria negándonos el sustento. O arrojándonos de la casa en que vivimos exigiéndonos implacable el pago de una deuda o retirarnos un apoyo que nos permita trabajar y vivir. ¿Qué és, sino un amo?.

Para producir, cambiar y consumir no hacen falta votos, ni senadores, ni diputados, ni gobernantes, ni leyes!! En un régimen de trabajo y de igualdad no hay derecho político que reconocer o negar, y por tanto toda asamblea de presuntuosos e ignorantes legisladores huelgan completamente.

Todo este mecanismo de gobernanza de un estado, solo es necesario por la desigualdad que existe, que demanda la sumisión incondicional de unos y el ilimitado poder de otros. Luego la propiedad engendra el estado y su representación real: El gobierno.

Y este trae aparejado el voto, la legislación, el ejército, la magistratura y el clero… que es una cadena fuertemente elaborada para oprimir y estrujar al pueblo.

Ahora han surgido tantas religiones que la moral no ha podido volver a ser única y nuestros pensamientos no han podido tener unidad, cuando se quiere sujetar la moral a principios preconcebidos fuera de la naturaleza, fuera de la educación y fuera de la salud, se le quiere sujetar a la inmoralidad.

Ojalá se pudiera unificar la vida del individuo con la naturaleza, es más, debiera ser el hombre la naturaleza misma. Como lo son los otros animales que por leyes naturales se rigen, se debe vivir lo más alegremente posible y conforme como lo manda la naturaleza.

Bueno ¿pero y Dios? - dijo Sandro.

El Hombre Basura sonrió y le respondió:

- Cristo descendió de la cruz y hablo a los que oraban de rodillas ante él: “Hijos míos, son unos imbéciles!! Hace dos mil años que prediqué la paz y la paz no se ha hecho. Prediqué el amor y continúa la guerra. Abominé de los bienes terrenos y se ufanan de amontonar riquezas. Dije que todos somos hermanos y nos tratamos como enemigos. Hay entre nosotros tiranos y hombres que se dedican a esclavizar, los primeros son malvados. Los segundos, idiotas.

Sin la pasividad de estos no existirían aquellos. Cuán grande es la crueldad de los unos, mayor es la resignación de los otros”.

Miren como hijos de todos a todos los niños y como esposas a todas las mujeres. Que sean como una gran familia: sana y laboriosa. ¿Porqué no lo hacen hijos míos? ¿Porqué son tan malvados que se complacen en destrozarse?. Los campos producen lo necesario para que todos podamos vivir. La perfección a la que han llegado la mecánica y la cibernética, aplicando sus descubrimientos haría que el trabajo se transforme de penosa tarea en alegre entretenimiento.

Entonces trabajaríamos todos como disfrutando de los placeres de un deporte y en pocas horas de trabajo alegre recibiríamos los múltiples menesteres que hoy reciben unos cuantos y no habrían entonces explotadores ni explotados.

Tampoco la mujer padecería la tiranía que al presente padece y su amor tampoco sería una formula hipócrita sancionada por la iglesia o el estado, sería una pasión espontánea y voluntaria.

No sería la esclavitud de la mujer al hombre, ni del hombre a la mujer, porque ambos serian dueños y libres de la tierra. De nada tendrían que preocuparse del porvenir de sus hijos y no cometerían tampoco la ligereza de jurarse amor eterno, como si el amor dependiera de la voluntad y de él se pudiese responder libremente. Los ríos y las montañas no servirían de barreras para que los hombres dejasen de ser humanos, la frontera que hoy separan a los pueblos no serían motivo para que se hiciesen crudas guerras.

Levántense... Levántense, hijos míos!! no es de los tiempos que corren “la oración”; no es de esta época la lucha de la resignación mística, esta es la época de los miserables!!

Me han injuriado gravemente, han disfrazado mis doctrinas. No legitimen con mi nombre la explotación.

Los que mantienen la corrupción y el miedo no son mis discípulos… levántense y luchen!!

Le miramos en silencio al Hombre Basura, lo vimos como transfigurado… como si estuviera sacando algo de lo más profundo de sí mismo… como si nos hubiese estado hablando su propia alma.

Dale Like en: